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Si no hay 2 sin 3, que sean 4

Lectora, lector, lectore... ¿Sabe usted que está leyendo a una escritora Trans no binaria? Seguramente no. Bueno, primero que nada gracias por estar dándote el tiempo de estar acá, ahora, leyendo esto. Soy alguien muy indisciplinade. Me encanta provocar, desordenar los tiempos gramaticales, irrumpir en todas las lógicas de las sagradas reglas y tiempos preestablecidos en la real academia. Porque este es nuestro entendimiento colonizado del lenguaje, la palabra, la comunicación. Y a mí, de la colonización, solo me gustan las primeras cuatro letras de la palabra, y a la segunda de esas cuatro, la sustituiría por la vocal U. Entonces entro en una catarsis que puede hacer la deriva de muchas YO, pero siempre terminamos llegando al siguiente punto... La muerte.

Se me seca la piel al sentir la nueva muerte al devenir, una crónica de transformación que cambiará todos los procesos de mi estar viva. ¿Miedo a la muerte? No. Todos los días algo de nuestra piel muere y eso sucede en liviandad, sin carga, sin estigma. Morir al modelo de esta normativa vida que nos cuentan y programan. Morir al constructo que pensamos que somos y que nos pide todo el tiempo definición. Entonces, ante ustedes, ahora narraré 4 breves muertes que componen un poco de ficción, un poco de verdad y una cuota enorme de Drama...

La primer muerte sucede al momento justo de tomar la decisión de llegar a este plano físico. No tenía forma, no era materia; mi sensación era indefinible, por ende, ilimitada; hasta que la junta kármica decidió convocar, en conjunción con la alineación de tales linajes, a una corte de pactos kármicos a asumirse en responsabilidades, experiencias, cuerpos y milenios. Ahí estaba, frente a les mayores mestres ascendides de todo lo escrito en la dimensión del Akasha. Asumí mis pactos. Comenzó a pasar de manera ininterrumpida toda la historia disponible a lo que sería mi vida, y en ella descubriría múltiples reencarnaciones, sincronías y senderos derivados a misiones importantes para el desarrollo orgánico de ser una humanidad. La junta kármica decidió que estaba en condiciones de iniciar mi desprendimiento cósmico. Espirales de luz comenzaron a formar millones de partículas que se desprendían por el pasaje de todas las constelaciones y astros, tomando de cada una de ellas una esencia que construiría todas mis personalidades, mis luces y mis sombras. Se construyó mi átomo, los espirales formaron mi cadena de ADN y sentí la primer contracción de la muerte, de morir en la conciencia cósmica y nacer en el mundo Físico.

La segunda muerte sucede al encontrarme por primera vez con mi vulnerabilidad. Estaba presente en un círculo de personas que habíamos tomado la decisión de abrir una práctica ancestral denominada Temazcal. El propósito central era entregarnos a nuestra vulnerabilidad en calma, entrando al vientre de la madre naturaleza en un espacio parecido a un iglú, construido con telas y trapos de diversas materialidades, donde en el centro se encontraba un pozo que acunaba el fuego sagrado de la ceremonia. Antes de entrar al Temazcal, se conformó esta ronda de personas que al principio nombré para dar paso a la primer medicina de apertura. Se acercó el chamán guía con una caña de bambú y el rape en polvo. Me hizo la sugerencia de respirar en calma y entregarme a la magia que esta medicina trae. Comenzó por mi narina izquierda. Sentí la caña colocarse en mi orificio nasal con su aspereza y peso, y en un soplido en seco, siento cómo ingresa la medicina. Instantáneamente el tiempo se detuvo. Mis pupilas se dilataron y mis pensamientos se desconectaron. Solo pude percibir la pregunta de si estaba a disposición de recibir el segundo soplo por la otra narina, y asentí con mi cabeza respondiendo que sí. Al recibir el segundo  soplo, la medicina me toma por completo y rompo en llanto. Mis aguas se desestancaron y me conectaron con esa vulnerabilidad a la que no estaba logrando llegar. Entramos a Temascal y comenzaron a entrar las piedras sagradas que en su total eran 4, cada una de ellas con un debido propósito. En la llegada de la última piedra, se genera un vapor dentro del Temazcal que me abruma por completo y me lleva directo al piso que se encontraba fresco y húmedo. Comencé a sentir el exacto momento donde pasaba por el canal de parto del útero que me gestaba, identificando las memorias de ese canal y toda la potencia de ser un cuerpo en vulnerabilidad. Sentí el placer de morir a la norma que me había construido. Sentí el poder de confiar en que los cambios suceden momento a momento, y que lo que nos limita es la resistencia que le ponemos a esos cambios.

La tercera muerte me encontró en una respiración que cambiaba momento a momento. Estaba en compañía de otro cuerpo, compartiendo nuestras pieles que se besaban, se sentían, se tocaban, dilataban, penetraban, lamían, mordían, soplaban, gritaban y gemían. Cerré los ojos y comenzó, en mi abdomen bajo, esa sensación de que se está por liberar algo: mis muslos se tensan, mis yemas aprietan todo lo que a piel refería, y mi conducto eyaculante hizo una liberación tántrica, distribuyendo todo el placer por mi recinto cuerpo. Dejé de respirar. Mi corazón se dilató y la muerte se hizo presente en un lapso de 13 segundos.

La cuarta muerte es acá y ahora... Contigo, que estás leyendo esto. Te propongo que pienses en una palabra y bajes hasta el final del texto…

Esa palabra acaba de generar mi reciente y efímera Muerte del día de Hoy. ¡Gracias!

Andy Falcone

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