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Culpa

Me tengo que obligar a terminar de tejer la polera negra porque es estúpido que no pueda tejer ninguna polera desde hace dos años. O tres, o uno, ya no sé cuánto tiempo pasó y me da igual porque es la misma mierda. Estúpido, incoherente y sinsentido. Sinsentido es que no pueda terminar de armar el brazo sin que tiemblen las piernas. Tiemblen brazos y piernas, no puedo avanzar. No pienses. No pienses. No recuerdes. No tiene sentido. Dicen que los gatos combaten contra la ansiedad, como una herramienta más o malditos superhéroes, pero tiemblan aún mis manos y piernas. Están cerca mío y tiemblan, no fuerte, no por parkinson, por esta puta polera negra. No pienses. No pienses. Las pupilas se dilatan cuando odias o amas a alguien, dijo. Recuerdo esa frase con claridad como si fuera ayer. Así empezamos a hablar, así me atrajo. Debí darme cuenta e irme. ¿Por qué estoy recordándolo? No entiendo, no entiendo, no puedo mover los putos brazos. No puedo mover las piernas. No puedo tirar la aguja a sus putos ojos claros. Los gatos no funcionan, se acercan y ronronean. La confesión al cura fue pérdida de tiempo. No pienses. No sirvió de nada revivir lo ocurrido y no sirve llorar encima de leche derramada o eso siempre decía mi abuela o mi padre por cada puta cosa que me hacía llorar sin olvidarme de los golpes e insultos. Estoy aquí, no allá, estoy acá, solo, con tres gatos, estoy solo, no hay nadie más. Vivo. Respiro. Respiro bien. No trago nada. Nada toca mi cabeza. Nada jala mi pelo, nada empuja hacía atrás y adelante y estoca mi boca. ¿Por qué tuve que ir? Todos los hombres cometen errores. Todos los hombres cometen pecado. Todos los hombres tarde o temprano, en esta vida o en la próxima o en las próximas, cobran los errores y pecados que hicieron en vida. Todos los hombres tienen dos opciones. Todos los hombres encuentran la salvación en Cristo. Pero no sirve ir con el cura a confesarte.

No sirve de nada repasar los errores cometidos. ¡Diablos, no hay nadie a mi lado, no seas idiota, Gabriel! ¿Por qué miras a tu costado derecho? Solo está Hitler lavándose la panza acostado. No está él, no está, ¿cómo va a estar si no estás allá? ¡Piensa, no seas idiota! Sube comida y baja por mi esófago. No debí comer, voy a devolver todo. Voy a volver a pesar casi 64 kilos. Van a pensar que soy un bulímico de mierda y un marica y no soy nada de lo primero, no soy bulímico porque no me produzco el vomito pero odio que digan eso porque después lo asocian a que soy marica, anda a saber por qué. Estoy aquí, no allá, diablos, ¿por qué temo volver a dormir? No quiero dormir, es tarde, debo acabar la polera, debo obligarme a acabar la polera pero la lancé a la basura y volví al sillón y no quiero volver a mirar y pensar en los euros que desperdicié comprando lana negra. La tiré con las agujas. La máquina de coser está descompuesta o eso creo yo porque olvidé de golpe cómo usarla o seguro es una excusa para no terminar la polera. Nunca fui bueno con la tecnología, ni relacionándome con la gente ni acabando poleras negras. Negras. Eran mi favoritas. Ahora no puedo usarlas sin pensar con angustia e incoherente culpa. Incoherente culpa porque pude haberlo evitado y bebí y accedí. Pero ya no puedo usar ninguna polera negra ajustada u holgada. ¿Por qué tuviste que beber tanto vodka? ¿Por qué tuviste que salir y beber tanto vodka? ¿Por qué tuviste que salir y beber y no dar el brazo a torcer en la apuesta? ¿Por qué tuviste que salir y beber y aceptar beber con ese hombre? ¿Por qué tuviste que salir y beber y no arrancarle el puto pene con los dientes? ¿Por qué te paralizaste y no te defendiste, idiota? Tú sabías que podía pasar, tú, que trabajaste de negro como mesero en esos malditos bares nocturnos, tú, que soportaste comentarios idiotas y hasta golpeaste a algunos, tú, que sabías los peligros de beber, no hiciste otra cosa que beber y dejarte humillar y denigrar y usar como vagina tu boca. Marica de mierda, eso eres. Digo que no se resistió porque era fabuloso. O sea, yo, fabuloso, yo. ¿Yo, verdad? La peor excusa que escuché en mi vida, hasta las feminazis dan mejores excusas. No llores, no llores. Exageras, exageras. No es nada, esto no es nada. ¡Rambo, deja en paz a Hitler, carajo! Voy a lanzar por la ventana a este gato un día pero mi cariño es superior a mis ganas de mandarlo a volar. Putos animales. No sé ni para qué tengo animales. ¡Mierda, me mordió! No duele tanto, no sangra demasiado, debo ir por alcohol pero mis piernas no reaccionan. Tengo que intentar respirar hondo, mirar fijo, describir el objeto, salir de esto, salir de esto que no tiene sentido, pasó hace tres años. Tengo que acabar esa polera, al menos acabarla, no tirarla como la que me encantaba. La tiré a la basura en una bolsa. Cómo la quería, cómo me encantaba, pero la veía y no dejaba de pensar, de pensar, de pensar en lo ocurrido. Soñaba y sueño aún. Ahora tengo miedo de dormir y revivirlo. No llores, no pienses, no llores. Dibuja, haz eso, dibuja. Busca la libreta y el lápiz y dibuja lo que quieras. Estoy fumando y me da igual que mis pulmones se pudran, por mí que todo se pudra, que todo marchite, que se mueran todos. Duele la cabeza, duele la boca, duele la garganta, duele todo.

 

Suena la alarma. Son las 5 am.

 

No dormí por segundo día consecutivo.

Fobétor

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