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Contra todo pronóstico

Me levanto aunque me tiren, no me duele no me ves llorar, dice una canción de La Vela que recordé mientras veía la carrera clasificatoria de 1500 metros llanos de atletismo de mujeres. 

Todo parecía ser una carrera normal con el magro condimento característico de una clasificatoria, donde Hasan, la corredora favorita, iba a ganar y todas las demás peleaban por el segundo puesto para pasar a la siguiente fase. Hasan venía de correr la clasificatoria de 5000 metros el día anterior, así que decidió estratégicamente ir atrás del pelotón para no desgastarse y pasar al frente en la última vuelta.

Todo transcurría según lo planificado. Sonó la campana: última vuelta, los últimos 400 metros que dejarían a Hasan y una corredora más clasificada para la siguiente etapa. Pero el destino quiso poner algunas piedras en el camino de la atleta. Se tropezaron dos corredoras del pelotón. En una especie de efecto dominó, se cayó una tercera. Hasan no logró esquivar el enredo y cayó también. Silencio de los comentaristas, seguido de lamentos y voces de asombro por lo que estaba pasando: “¡Oh no!, ¡no va a llegar!”. Pero las ganadoras de esta estirpe no tienen tiempo de lamentarse o justificarse, así que se incorporó como pudo y retomó la carrera. Realmente parecía imposible. Sus adversarias llevaban una ventaja mayor a 100 metros y quedaban solo 400 por recorrer. Corrijo: 400 metros a Hasan y 300 a todas las demás. La hazaña era todo lo que quedaba y Hasan, como una de las grandes que marcará la historia, no dudó un segundo y decidió transformar la catástrofe en belleza. Su único superpoder: la resiliencia, una mochila cargada de historia y el corazón que se hacía notar en cada bombazo. Un cóctel que la dejó justo en la meta para ganarle por medio cuerpo al destino.

La épica dice presente. El deporte se llena de lágrimas. Un resultado imposible a fuerza de entrega, amor propio y dolor. Hoy, Hasan le dejó claro a su destino que puede vencerlo cuando quiera y como quiera, porque así fue toda su vida.

Gerardo Martìnez

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