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Tres y contando

Un amigo me dijo hace mucho tiempo: “Si pasa una vez, puede ser que no pase dos, pero si pasa dos, seguro sucederá tres”.

Y bajo este paraguas de metáforas confusas y genéricas, me amparo para decirles que Tuflo sigue este silogismo a la perfección. Cosa que no es menor, ya que nos encontramos de alguna forma en uno de esos llamados “momentos bisagra”, en el que hay solo dos posibilidades: abandonar preguntándonos qué hubiera pasado, o seguir para ver hasta dónde puede llegar la cosa. Siguiendo con las metáforas poéticas de bajo presupuesto, es como cuando venís en bicicleta por un repecho interminable, cansado, sudado, sin aire, a punto de abandonar, pero sabes que si aguantás un poco más y llegás al final vas a poder dormir tranquilo, sabiendo que lo hiciste, que el esfuerzo valió la pena y que ahora podés disfrutar de la bajada, del aire en la cara, recuperar el aliento y prepararte para la próxima.

En este lugar estamos a punto de llegar a la cima para tirarnos a descansar por la bajada y ver cuánto más da esta bicicleta, vieja y herrumbrada, pero a la que no se le sale la cadena.

Así que, sudados y agitados, podemos decir con orgullo que sale esta tercera edición de Tuflo, fiel a su proclama inicial, sin haber mejorado en nada, sin escuchar críticas ni halagos, sin importar nada más que la escritura de relatos sin gloria. Pero convencidos de que por ahí, en una de esas, quién sabe, puede llegar a lectores curiosos y poco exigentes que disfrutarán sin detenerse en las atrocidades, defectos y atropellos de nuestra pluma sin tinta.

Este número 3 nos provoca una alegría inmensa. Nos permite soñar con un futuro prometedor, cargado de codicia y lujos, casas con piscina, autos y yates que seguro alcanzaremos cuando esto se convierta en una empresa multinacional y podamos explotar a mucha gente.

Pero bueno, dejando nuestra veta comercial y soñadora, retomando el sendero de la realidad y las cosas importantes, podemos decirles que estamos inmensamente sorprendidos de mantener vivo este proyecto por tanto tiempo, y que hoy, con la publicación de este número bisagra, extendemos aún más la vida de esta pantufla que por ahora nos queda muy cómoda.

Pasen y, como siempre, lleven lo que gusten, el paño viene bien surtido, variado y cargado de escrituras diferentes.

Con la estufa prendida, las pantuflas bien calzadas, algo para hidratarse y mucho tiempo para perder, los invitamos una vez más a disfrutar de este fanzine de lecturas domésticas.

Gerardo Martínez

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