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ESCRIBIENTES

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Pablo Olivera Pulp

Empleado empedernido, no es apto para la toma de decisiones. Escritor haragán y cinéfilo. Técnico en prensa egresado de UTU y tardío estudiante de Licenciatura en Comunicación (aunque señala a la edición argentina de la revista Rolling Stone como su primera escuela). Dedicó sus años más productivos a jugar a la Street Fighter 2 Turbo y tocar la batería. Actualmente conduce un programa radial donde entrevista proyectos de música emergente. Fue cronista en algún que otro portal cultural. Adhiere al ceviche, la música chicha y a todo lo que provenga de la cultura peruana. Demasiado disperso para freak, muy pulp para la intelectualidad, adora el queso de feria y el neorrealismo  italiano.

Gerardo Martínez

Trabaja como manipulador de seres aparentemente inertes, a veces incluso le pagan. Por las dudas en verano hace algunas changas como Guardavidas sacando despistados del agua y tapa las deudas generadas por el otro trabajo. Irracionalmente fanatico de los juegos de mesa y los deportes extraños (como el de tirar garrafas en el hielo). Teleadicto recuperado con recaídas ocasionales en Netflix, cable y Youtube (bueno en realidad no está rehabilitado simplemente se le rompió la tele). Casi siempre consigue lo que se propone a base de mucho esfuerzo por falta total de talento. Profesa y practica la filosofía del intento.

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Graciela Gnazzo

Nació dos meses después del maracanazo. Los delirantes festejos post-campeonato determinaron que no logra ser hincha apasionada de nada. Después de hacer Laboratorio y Biología, marcó tarjeta 40 años diciendo durante todo ese tiempo que, lo verdaderamente suyo lo haría cuando tenga tiempo. Entonces, cuando cesó, hizo gravado en vidrio, granja orgánica, talleres de escritura, de lectura, de cine, de fotografía y varios en proyecto, como aprender a tocar jazz con una armónica. Lo que perduró, con altibajos y la duda metódica, es hacer fotografía y escribir lo que sea en servilletas de papel y en las hojas que sobraron de los cuadernos. Pero hasta ahora lo que mejor hace es la pascualina de verdura orgánica. Buen recurso que utiliza para levantar la autoestima con los deditos  p’arriba de los comensales.

Martín Torija

Nace en 1978. Según el horóscopo chino de Ludovica Squirru es Caballo de tierra y según el horóscopo occidental es capricorniano (en luna de capricornio y ascendencia en tauro). La esposa le dice que es eneagrama tipo 4 y es padre de dos hijas hermosas. 

Apasionado por los deportes acuáticos, tan apasionado que es capaz de ir a surfear en la playa honda de Montevideo un 23 de junio o cualquier momento que cuadre.

Tiene formación en pintura en la UTU Pedro Figari y realizó la licenciatura en Bellas Artes. Sobrevive de dar talleres de arte para niñas y niños, vender un cuadro cada tanto y en el verano ser Guardavidas. 

Se atrevió a escribir buscando un vínculo de sus obras con historias de recuerdos, o sea que escribe de atrevido.

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Jorge Fierro

Tiene problemas de memoria y no se acuerda qué estudió ni qué ha hecho. Duda de las palabras, de los nombres, de las caras y de hasta su propia edad. Empezó a escribir un diario, apagó lo más que pudo el celular y tomó gingko. Fue al neurólogo, le hicieron una resonancia magnética. Le encontraron algo terrible, nada. Pura neurosis.  

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Sylvia Valls

Sylvia no recuerda cuándo comenzó a escribir. Iba a la escuela y sus pies no tocaban el suelo cuando se sentaba frente al escritorio a redactar lo que le pedían sus maestras. 

En la escuela sacaba premios en redacción por dos razones: sabía lo que hacía y lo hacía para conmover a mis maestras y encaminarlas hacia el Sote. La técnica residía en la elección de las historias, muy cursis por cierto. Huerfanitos, mascotas pisadas por autos y niños que las lloraban y otras en ese estilo , de la peor calaña. 

Mi nombre es Sylvia. Tengo vagos recuerdos de mi niñez y una constante: escribir. 

Si no las dejo salir, las palabras me rompen los dientes. Las aterrizo en mi cuaderno en una maniobra rápida para la que me he entrenado durante años y deber ser así para que no se den cuenta y se confíen.

Y así fue que llegaron más y más palabras y ella las dejó entrar.

Tampoco exageres. Solo se trató y se trata de escribir. ¿Para decir qué?

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Sofia Pinto Román

Crecí al borde del mar. Escribo desde que tengo memoria, ¿o viceversa? Hace unos años me fui a la ciudad y navegué entre el cemento buscando luces, pero las palabras se me secaron, así que volví al océano. De última, irse es volver a volver, como cantaba el gran Gabo Ferro. Escribo lento cuando el mundo calla (si logro vencer el autoboicot del ruido interior). No me gustaban los gatos, por suerte recapacité. Todavía ando nadando en busca de mi voz, mientras tanto comparto las palabras que llegan a la orilla.

Dana Martínez

Fanática de Matlock a la hora de la merienda, el ancianito de traje celeste la inspiró de niña para cursar abogacía y descubrir que habría sido más productivo aprender a tocar el banjo.

Amante de la literatura, optó por esos derroteros, hasta descubrir que la mejor forma de canalizar la neurosis era corrigiendo novelas, cuentos, revistas, publicidades, librillos de discos, recetas de cocina, frascos de champú, grafitis, listas de candidatos y del supermercado, etiquetas de pantuflas…

Cuando se le acabaron todas las letras, decidió irse a Polonia, donde hay otras nuevas, y muchos sonidos extraños. Le gusta escribir sobre la capa de nieve que queda sobre los autos palabras al azar en español. Para dejarlos con la intriga, nomás.

Jean Luc Godard

De chiquito me gusta el cine, así que un día empecé mi labor como crítico y director (por más detalles buscar en Wikipedia). En 1968 me perdí de documentar el mayo francés por andar gileando con los Rolling Stones en Inglaterra. Desde entonces me propuse estar atento a las grandes oportunidades que me brindara la vida. Y así fue que al recibir la invitación de mis amigos de Tuflo, no pude más que decir que sí. Pero como no tenía ganas de ponerme a escribir (ya tengo 91 años), les mandé un texto de una película que hice en mis años mozos.

Alejandra Nolasco

Nací en El Salvador en el año de 1982. Mi presencia en este mundo comenzó dos meses después de que muriera mi abuelo materno, del que heredé el nombre, y cerca de dos años después de que en mi pequeño país explotara una sangrienta guerra civil que se alargaría 12 años.

Soy la mayor de 4 hermanos. Crecí en una casa con un almendro al frente, en una calle que termina en un volcán.

Después de pelearme con expectativas crueles, luché por la locura de hacer teatro. De alguna manera gané y sigo honrando mi victoria. Escribo desde todas esas circunstancias: desde el llanto ahogado de mi madre embarazada viendo agonizar al padre bueno; desde la famila como refugio seguro; desde la tortuosa, inexacta pero imprescindible conciencia de mi yo; desde el país desmembrado; desde los que no alcanzaron a tener todo lo que a mí, tantas veces me salvó. Canto también desde ahí. Cocino y cuido mis plantas como consigna de amor, como ofrenda honesta de lo que soy.

Debo decir, aunque siempre me avergüence un poco, que en general, he sido feliz.

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Jimena Correa

Veo un infierno de cosas siniestras, oscuras, obscenas. Infierno en calle Blixen 4070. Infierno húmedo con número de teléfono y número de puerta. Infierno frío, sin ventana ni voluntad que pare el invierno. 

Ojos por todos tus agujeros, infierno. Ojos ciegos sin palabras.

Silencio.

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Roedores royendo, asustando madre, decapitando atrapados ratones en jarrones de cera, morfándose orejas. 

Grito golpe silencio. 

Violentos tus hombres infierno. Violentas tus cadenas y tus deseos.  

Mascotas queridas unastrasotrasmuriendo de maneras absurdas. 

Maldito tu terreno infierno. 

Arde! Arde!

 

Busquen la salida de este infierno sin puertas. 

Taller "Entrelíneas"

Taller dictado por la escritora Veronica Lecomte desde el año 2015.

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