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El dios de los números

Que el universo está regido por los números, es algo que diferentes civilizaciones a lo largo de la historia han expuesto. La kabbalah judía, la francmasonería, los matemáticos de diversas corrientes, los mayas y los jugadores de quiniela más empedernidos, con sus concordancias y discrepancias, han llegado a la conclusión de que los números son, si no la clave, una llave para abrir la puerta de la habitación donde reside el gran misterio universal.

Más allá de los más complejos, como pi o phi, hay entre los números cotidianos algunos que han sido considerados como los más susceptibles de ser tenidos en cuenta como reveladores de grandes incógnitas. En este sentido, los números de una cifra, que además son impares y primos, gozan de un estatus superior. Por ejemplo, se ha dicho que el 7 es un número mágico, ya sea porque siete son las artes (por más que hubo que esperar varios milenios por el cine ─¿será que alguien predijo a los Lumiere?─), las notas musicales (occidentales), los días de la semana y un largo y dudoso etcétera, que hace que la supuesta magia del 7, más que el producto de un libro sagrado, parezca el fruto del libretista de un conjunto de parodistas del carnaval montevideano. Algo parecido sucede con el 3. La mitología uruguaya tiene aportes en este sentido, ya que la leyenda de los 33 orientales que liberaron a la Banda Oriental del imperio portugués, en una proeza que hace ver a los espartanos como bebés de pecho, es parte de la herencia de la teoría masónica que tiene como número de referencia al 3, y es sabido que la historia uruguaya está muy ligada a la masonería.

Sin embargo, luego de una ardua labor, el departamento de investigaciones numerológicas de Tuflo, lecturas domésticas llegó a la conclusión de que a diferencia de lo que se cree, ese número mágico, tan buscado por milenios, es el 6. Ahorraremos las extensas e intrincadas explicaciones sobre el proceso que nos llevó a esa conclusión. En vez de eso, vamos a argumentar por qué el 6 es el auténtico número que cifra todos los misterios del universo.

Al multiplicar por 2 el número de reyes magos, el resultado es 6. Y si se dividen los apóstoles de la última cena entre 2, o los meses del calendario gregoriano, la operación da lo mismo. Si al número de artes o de notas musicales o planetas del sistema solar (recuerde que Plutón ya no goza de ese estatus), se le resta 1, adivine cuánto le da. ¡Exacto! Y hay más. Si tomamos los cuatro elementos de la naturaleza y le sumamos corazón y el Capitán Planeta, obtenemos el número mágico. La cultura popular también avala esta teoría: El número 1 de la historia de la NBA fue Michael Jordan, que jugaba con la casaca número 23. Si sumamos 2 + 3 + 1 (porque como dijimos, es el 1), nos da… ¡Claro! También el efecto Messi nos otorga la razón. El que probablemente haya sido el jugador más desequilibrante en una Copa del Mundo ganó su mundial en Qatar 2022: 2 + 0 + 2 + 2 = 6. Y si usted cree que la elección de Messi es caprichosa, llévese esta: Maradona ganó el mundial en 1986 y la operación indica que 1 + 9 + 8 + 6 = 24; lo que se resuelve sumando 2 + 4, que da 6. Lo mismo ocurre en el plano social: el mayo francés estalló en 1968 (1 + 9 + 6 + 8 = 24; y 2 + 4 = 6).

Todo esto fue descubierto por Alejo Aguirre, ex futbolista y actual jugador de ruleta y quinielas. No hay día en que este hombre no se dedique a los hallazgos numerológicos. En su campo de estudio, llegó a la conclusión de que el 06, en la lista de los sueños para jugar a la quiniela, es el perro. Y perro en inglés es dog. Y si invertimos dog, lo que obtenemos es god; y god es  la palabra inglesa para dios (esto lo leyó en un libro de Paul Auster). Así que como podrá verse, el seis es el número que radica en los grandes misterios del universo, incluso el propio Dios.

Por eso es que para el número 6 de Tuflo, decidimos empezar con todo y revelarle esta gran verdad que a la vez se encuentra oculta y ante nuestras narices. Si así comenzamos la presente edición, imagine la envergadura de lo que le espera en las siguientes páginas. Compruébelo con su propia experiencia. Si no el nirvana, le deseamos una lectura amena que le haga más llevadera la vida cotidiana. Cabe recordar que no siempre es bienvenido el advenimiento de los grandes misterios del infinito, ya que puede resultar una carga demasiado pesada.

Pablo OliveraPulp

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