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LETRAS FÍLMICAS

El cine es otra de las tantas formas de escritura, por ello dedicamos una sección al repaso de diálogos, soliloquios o parlamentos extraídos de filmes dignos de ser leídos. En este caso ofrecemos el monólogo que Alexander (Erland Josephson) comparte con su hijo en una escena de Sacrificio (Offret, 1986), escrita y dirigida por de Andrei Tarkovsky (aporte de Maximiliano Da Rosa).

 

Sacrificio

 

“¿Sabes cómo encontramos este lugar tu madre y yo? Una vez vinimos a esta isla, cuando tú aún no estabas pensado siquiera. Era la primera vez que veníamos y no trajimos mapa, lo habíamos olvidado, y nos quedamos sin gasolina. Paramos cerca de aquí y seguimos a pie. Nos habíamos perdido. Empezó a caer una llovizna fina, molesta y fría. Veníamos por la curva donde está el viejo pino seco, y justo entonces salió el sol. Paró de llover y había una luz rara... Entonces vimos la casa. Nos entró tanta tristeza a tu madre y a mí por no vivir en aquella casa, bajo los pinos, junto al mar. ¡Qué hermosa era! Supe que si vivía allí sería feliz hasta la muerte.

¿Qué pasa? No tengas miedo, la muerte no existe. Existe el miedo a la muerte, que es un miedo terrible. A veces hace que la gente haga cosas que no debiera. ¡Cuán diferentes serían las cosas si pudiésemos dejar de temer a la muerte! ¿Qué? Es verdad, me he desviado... Como decía, nos sobrecogió tanta belleza. Nos quedamos atrapados por aquella quietud,aquella paz... Y... era evidente que esa casa estaba hecha para nosotros. Y resultó que estaba en venta. Un verdadero milagro. En esa casa fue donde tú naciste. ¿Te gusta? ¿Te gusta tu casa, hijo mío? El hombre siempre se ha defendido de otros hombres, y de la naturaleza, de la que forma parte, violándola constantemente, erigiendo así una civilización basada en la fuerza, el miedo y la dependencia. Todo nuestro "progreso técnico" sólo nos ha traído cierto nivel de bienestar. Y violentos instrumentos para mantener el poder. ¡Somos como salvajes! Usamos el microscopio como un garrote.

Me equivoco. Los salvajes son más espirituales que nosotros. Tan pronto logramos un avance científico, lo ponemos al servicio del mal. Y un hombre sabio dijo una vez que es pecado todo lo que es innecesario. Si es así, nuestra entera civilización, de principio a fin, está erigida sobre el pecado. Hemos llegado a tal falta de armonía, a tal desequilibrio entre el desarrollo material y el espiritual... Nuestra cultura es una equivocación. Nuestra civilización está esencialmente equivocada. Quizá signifique que debemos estudiar el problema y buscar juntos la solución. Quizá podamos, si no es demasiado tarde. ¡Dios! Estoy cansado de tanta charla... Palabras, palabras, palabras... Ahora comprendo a Hamlet. Él estaba harto de charlatanes. Y yo también. ¿Por qué hablo tanto? Si alguien dejara de hablar y, al menos, hiciese algo. O lo intentara, al menos. ¿Hijo? ¡Hijo mío! Señor, ¿qué me ocurre?”

Andrei Tarkovsky

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